martes, 31 de mayo de 2016

Leer los apuntes

A lo largo de nuestra vida hemos adquirido ciertas costumbres a la hora de leer cualquier cosa que quizá nos perjudiquen en el momento de estudio. Por ejemplo, solemos acostumbrar a leer palabra por palabra (verbos adjetivos, sustantivos, preposiciones, etc.), pues así se nos enseñó en su momento. Hay gente que también pronuncia las palabras que va leyendo según va avanzando con la información. Además de volver sobre el texto ya leído para asegurarnos de que no nos hemos equivocado con la lectura y la comprensión.

Lo explicado en el párrafo anterior hace que nuestra lectura sea mucho más lenta, por lo que perderemos más tiempo en el proceso y nos perjudicará en el avance, pues éste no será todo lo rápido que nos gustaría. Además, una lectura rápida hace que nuestra mente esté mucho más preparada para prestar la atención que necesitamos, por lo que aprovechamos mejor el tiempo de estudio.

Por tanto, ¿qué sería lo mejor? Una buena propuesta sería adaptar el ritmo de lectura a nuestra velocidad de pensamiento, que siempre es mayor. Tendremos que tratar de evitar pronunciar el texto que leemos, ya que reduce la velocidad de lectura hasta prácticamente la mitad de tiempo.

Asimismo, evitaremos releer, pues ya se seguirán haciendo sucesivas lecturas del apartado que toque estudiar en próximas sesiones. Esto también es un factor importantísimo para habituarnos a concentrarnos mucho más con la lectura y comprensión de estudio. Es mucho mejor dar una segunda lectura COMPLETA, en lugar de regresar hacia atrás cada X palabras para asegurarnos continuamente de que estamos entendiendo lo que leemos.

Aunque parezca obvio y evidente, a pesar de que no nos percatemos, según vamos avanzando vamos apoyando nuestros ojos en cada una de las palabras y, más aún, en cada una de las letras. Esto es señal de que, para ahorrar tiempo, debemos ampliar el campo de visión. Pasar de las letras a la palabra y de una palabra a varias. Parece complejo, pero es cuestión de práctica, como todo.

Esto también ha de tenerse en cuenta para saber fijar nuestra atención en aquellas palabras verdaderamente significativas. Palabras que nos den la clave de comprensión en cuanto al tema que estudiemos. Descartaremos, por tanto, aquellas que no puedan aportarnos nada, como los artículos, las conjunciones o las preposiciones.

Evidentemente, habrá ocasiones en las que no comprendamos el significado de alguna palabra. Sin embargo, deberemos tratar de no preocuparnos en el momento, pues también perjudica a la concentración global. Simplemente la señalaremos y, una vez realizada la lectura al completo, consultaremos el diccionario.

Otros aspectos a tener en cuenta en una lectura rápida son, por ejemplo, la iluminación, la postura y el ambiente tranquilo. La luz es muy importante, sobre todo si es natural en lugar de artificial. En caso de tener que recurrir a la segunda opción es mucho mejor que sea lo más suave posible. Siempre suele recomendarse contar con alguna bombilla en algún tono azulado y que esté centrada los apuntes.

Por raro que parezca, la postura es esencial para una mejor concentración en la lectura que realicemos. Así pues, es mejor estar sentado, cómodamente, y con los apuntes frente a nosotros, centrados. Usaremos una mesa cuya altura sea la ideal para que podamos apoyarnos bien en ella.

El ambiente debe estar, en medida de lo posible, completamente en silencio. Evidentemente, hay factores que se nos escapan de las manos, pero procuraremos controlar aquello que esté en nuestra mano. De este modo, nos será más complicado desconcentrarnos. Es cierto que hay quienes se concentran mejor con música, pero sólo es recomendable en caso de que esté a un volumen bajo y que sea instrumental. No obstante, si es posible intentaremos evitarlo.

Existen ejercicios que podemos realizar para aumentar la velocidad de lectura y mejorar en nuestro proceso de estudio. Sin embargo, lo esencial es forzarse de algún modo a acostumbrarse a una mayor velocidad, por radical que suene. Cierto es que, al principio, podemos perdernos muchas cosas, mucha información, pero, como se viene diciendo, la práctica lo es todo.

Podemos leer un texto y seleccionar alguna que otra palabra. Después, con esa lista delante, trataremos de localizarlas lo más rápido posible.

Otro ejercicio típico, es la lectura apoyándonos en una línea vertical trazada sobre el texto. Para ello, es recomendable entrenarse, por ejemplo, con columnas periodísticas. Se irá deslizando la mirada por la línea, tratando de leer el texto sin separar los ojos de ella. Poco a poco iremos aumentando el campo de visión.


No obstante, hay que tener cuidado e ir percatándose de que la información que quizá nos quede en el tintero con una técnica de lectura más rápida sean sólo detalles prescindibles y sin mayor importancia, nunca hay que perder información esencial.

jueves, 26 de mayo de 2016

El material de estudio

Lo primero a tener en cuenta es la importancia de contar con un buen material. Conviene que éste esté lo mejor organizado y estructurado posible, pues nos ayudará a poder comprenderlo mejor y empezar a retener y a aprender desde el principio.

Así pues, y como también se comentaba en entradas anteriores, es imprescindible la asistencia a clase para tratar de tener nuestro propio material de estudio y, de esa manera, tenerlo organizado a nuestra manera para poder entenderlo mejor desde un principio. Recalco la ventaja de estudiar mediante nuestros apuntes propios en lugar de hacerlo con los que haya tomado algún compañero. Evitaremos esto, a no ser que tengamos que faltar por motivos de fuerza mayor.

En el momento en el que hayamos ya tomado los apuntes de cada asignatura, lo ideal es realizar una revisión del material para corregir, retocar, añadir, pasar a limpio (sólo si nos ha quedado demasiado sucio, pues requiere su tiempo y es mejor evitarlo), etc. De este modo, nos aseguraremos de que son comprensibles y de que los apuntes están tan completos como podamos. Así, tendremos tiempo de hacer los retoces y las correcciones que sean necesarias para que no se acumule nada para el último día.

En la labor de aumentar la información completar o corregir alguna que otra cosa que podamos tener a medias o que hayamos confundido, será idea acudir a un libro de texto (si se tiene) o en su defecto a la posible bibliografía que haya podido recomendar el profesor. Esto demuestra que la mejor manera de tomar apuntes es en hojas sueltas (ya sean folios u hojas de archivador), porque podremos añadir hojas con información extra entre medias. Eso sí, es muy importante que después lo sepamos organizar bien, numerando las hojas y, si es necesario, uniéndolas con una anilla o en el propio archivador.

Un segundo material, además de los apuntes, será el que nos aporten los esquemas o fichas resumen que realicemos tras una primera toma de contacto con los apuntes en la parte de comprensión de los mismos. Evidentemente, este material debe ser lo más breve posible y recogerán únicamente las ideas y los datos más relevantes.

Los esquemas o las fichas deberán estar correctamente estructuradas para entenderlo todo mejor con solo echar un vistazo. Lo organizaremos en temas y sub-temas, con sus correspondientes ideas destacables y algún que otro ejemplo. Estos resúmenes son muy recomendables para la fase de repaso, ya que, además, durante su elaboración, asentaremos la información que vamos anotando.

Una vez que tengamos estos esquemas, los podremos consultar en cualquier momento, en algún hueco que tengamos libre. Así podremos repasar y refrescar nuestra información de manera rápida.

Para la realización de estas fichas, lo primero que tendremos que hacer en los apuntes es, evidentemente, sacar la idea principal del tema (sola una, el aspecto más importante y que recoja la esencia de todo el contenido). Anotaremos dicha idea en el centro y realizaremos, a continuación, diversas ramificaciones de donde saldrán otros aspectos que se deducen de esa percepción principal. Primero anotaremos lo más importante y después lo secundario, solo si ayuda a una mejor aclaración. Recogeremos también brevemente fechas o citas que puedan ser relevantes o que nos ayuden a una mejor retención de la información.


Para realizar estas fichas, sería ideal utilizar distintos colores según las ideas o datos que se vayan anotando. La idea que globaliza el tema, de un color; las ideas principales, de otro; las secundarias, de otro y así… Esto nos ayuda a tener un esquema muy visual que, de seguro, nos ayudará a saber situar cada dato en su correspondiente apartado y nos ayudará mucho más a recordar la información.

sábado, 21 de mayo de 2016

Posibles pasos a seguir durante el estudio


Lo primero que deberemos hacer antes de ponernos a estudiar será prepara todo lo que nos vaya a ser necesario durante el proceso. Es mejor tenerlo a mano previamente, de esa manera evitaremos tener que levantarnos y perder tiempo. Evidentemente, para ello tendremos que tener en cuenta cuál es la materia o materias que tenemos previsto prepararnos. Así pues, nos haremos con apuntes, cuadernos, libros de texto, calculadora, bolígrafos, subrayadores, etc.

Una vez que tengamos todo lo necesario, sólo empezaremos con la siguiente asignatura cuando creamos que tenemos controlado lo que debíamos mirar de la anterior.

Las asignaturas y sus contenidos han de estudiarse de manera escalonada, despacio, pero de manera continuada. Así, repasaremos paulatinamente el contenido e iremos ahondando más en él conforme vayamos avanzando en clase. Esto ayudará a que los datos se consoliden en nuestra memoria. Pero ojo, no se trata tanto de memorizar, sino más bien de comprender.

Así pues, tenemos que tener en cuenta que para manejar bien el contenido de cada materia, deberemos ir desde un punto de vista general a lo concreto. El primer vistazo que echemos a cualquier tema, será una toma de contacto que nos ayudará a tener esa visión global. Para ello, nos podemos ayudar del programa que nos facilite el profesor al principio del curso o, en su defecto, del índice del libro de texto que vayamos a manejar durante el curso. Observaremos los apartados, subapartado, etc., que componen cada unidad.

Seguidamente, pasaremos a realizar una primera lectura general del contenido de los aspectos recabados hasta el momento, tratando de poner la máxima atención posible. Formaremos una idea general sobre lo que leemos, sin hacer nada más, no será necesario subrayar de momento.

Después, empezaríamos la siguiente fase de lo que sería el estudio como tal. Leemos cada uno de los apartados, deteniéndonos, esta vez sí, a destacar con marcadores, bolígrafos, lápices de colores, etc., las ideas principales. Una buena idea es tratar de ir repitiendo lo que se va subrayando con nuestras propias palabras. Únicamente cuando tengamos clara la idea de cada apartado, podremos avanzar al siguiente.

Hay ocasiones en las que algún apartado se extiende bastante y se hace realmente pesado tratar de estudiarlo todo de un tirón. En esos casos, será mejor que optemos por la subdivisión de dicho epígrafe.

A continuación, pasaremos a reforzar lo que vamos viendo. Repasaremos otra vez el apartado para terminar de dominarlo. Hecho esto, en teoría, deberíamos dominar de manera más bien precisa. Terminaremos comprendiendo la lección y diferenciando la estructura, Tendremos claros los aspectos principales y sabremos expresarlo con nuestras propias ideas. En caso contrario, apuntaremos las dudas para consultarlas.

Cada vez que avancemos de apartado en apartado, cuando hayamos finalizado las fases, podremos realizar esquemas con lo principal o fichas que resuman lo esencial. Es muy importante que sean lo más breves posible y que sean ideas que lo engloben todo, pero que nos ayuden a saber localizarlas en nuestra cabeza dentro del apartado. Esto es ideal para futuras sesiones de estudio, pues nos servirán de guía.

Una vez que consideremos que dominamos más o menos bien lo que llevamos mirado hasta el momento, podremos avanzar al siguiente aspecto.

Eso sí, esta idea que se ha desarrollado, es sólo un ejemplo de las muchas posibilidades de estudio y de las diversas metodologías a las que acudir. Cada persona es un mundo y cada cual le funcionarán mejor unas cosas u otras. Tendremos que probar e ir tanteando el terreno para ver cuál es la que nos resulta más eficaz.

lunes, 16 de mayo de 2016

Organizando el tiempo de estudio


Como se ha venido apuntando en las entradas anteriores, el estudio es un asunto que requiere, principalmente, compromiso. Por lo que debemos ser persistentes y tener voluntad. En el proceso, es también muy importante que sepamos organizarnos, para lo cual es imprescindible que tratemos de estudiar desde el primer día.

Deberemos organizarnos en función de la importancia de los estudios que estemos cursando. En algunos casos, nos será suficiente con mantener un ritmo de estudio de un par de horas diarias. En otros, tendremos que ampliar el margen, por lo que es importante la organización en función al tiempo que tengamos libre.

De este modo, cada uno debe ser consciente de sus capacidades y de lo mucho o poco que puedan costar algunas materias. Pero lo que no podemos hacer es estudiar mucho un día que tengamos mucho tiempo libre, y al día siguiente hacer menos o no hacer nada. Así no crearemos una constancia a la que nos cueste menos acostumbrarnos. Esta idea no es la más idónea para preparar los exámenes; de ahí la importancia del trabajo continuo.

No podemos pretender llegar a los días previos del examen para realizar todo el esfuerzo que hemos evitado o nos hemos querido ahorrar a lo largo del curso. No podremos abarcarlo todo. Podríamos tener suerte y llegar a un aprobado justo, aunque es difícil que esto ocurra. Por descontado, si nos decantamos por esto, nos arriesgamos a no haber asimilado apropiadamente las materias y esto facilitará que olvidemos los datos retenidos con mucha más facilidad. Mientras que si trabajamos constantemente, la información será mejor comprendida y nos será más fácil retenerla en la memoria.

Una buena estrategia de estudio es comenzar a organizar las asignaturas según los niveles de dificultad. Aquellas que nos resulten más fáciles, después las que tengan un nivel medio y, por último, las que nos cuesten más. Así, lo más idóneo sería que, a la hora de empezar a afrontar el estudio, comenzáramos estudiando una de las que consideremos de dificultad media, para ir centrándonos. Continuaremos con alguna asignatura que nos resulte más compleja y, para terminar de una manera más “relajada”, finalizaremos con una asignatura que nos resulte más sencilla.

Durante el tiempo de estudio, deberemos planear también una serie de descansos, pues no podemos estar un tiempo demasiado extenso con el 100% de la concentración. Sería imposible. Necesitamos despejarnos para que el estudio que siga tras dicho descanso, sea igual de provechoso que el estudio que hemos realizado hasta ese momento. Eso sí, conviene que los descansos no sean más largos de 5-10 minutos por cada 60 que llevemos estudiando.

Para organizar este tiempo, tendremos en cuenta que el momento del día en el que a nuestro cerebro, por lo general, le es más fácil concentrarse, es durante el día. Procuraremos dejar la noche para descansar, puesto que dormir bien es también un factor muy importante para una mejor retención de lo estudiado. Al contrario de lo que pueden pensar las personas que creen estudiar mejor por la noche, este es un momento del día en el que menos se rinde.

Así pues, como se indicaba, es muy importante el hecho de acostumbrarnos, de crear un hábito de estudio. Para ello trataremos de estudiar siempre dentro de un mismo lapso de tiempo, escogiendo siempre el mismo rango de horas.

Tendremos en cuenta que, una vez que terminamos de comer, nos puede resultar más difícil la concentración. Será mejor esperar una o dos horas antes de comenzar, dependiendo de a qué hora terminemos. Pero tampoco esperaremos a empezar demasiado avanzada la tarde.

Además de saber organizarnos los días de entre semana, tendremos que planificar también cómo repartiremos el estudio a lo largo del fin de semana. Si hemos estudiado a diario, puede ser buena idea dejar el viernes como día libre y de descanso, para dedicar el sábado a realizar una jornada de trabajo. El domingo también podremos aprovecharlo, pero trataremos de dejar para este día las cosas más ligeras.

Para saber organizarnos lo mejor posible, tenemos que tratar de no atrasar nuestro tiempo de estudio. De ahí la importancia de empezar a estudiar desde el primer día. En este sentido, tenemos que tener en cuenta la constancia que mencionábamos, pues sería conveniente cumplir esta planificación de trabajo y estudio diario.
En cuanto a las tareas que los profesores vayan mandando, también es preferible que no se deje para el último momento. Es importante hacerlo cuando la explicación está más reciente. Además, la preparación de la tarea sirve de igual manera para reforzar la materia. Así, si surgen dudas al respecto, podremos solventarlas con tiempo suficiente para que nos sirva en la preparación del examen.

Tenemos que establecer una serie de propósitos diarios. La importancia real no reside tanto en estudiar X horas, sino en que esas horas nos sean de verdadero provecho. Así pues, también deberemos pararnos a pensar, una vez que terminemos nuestro tiempo de estudio diario, en el rendimiento y el aprovechamiento que hayamos sacado de ello. Si nuestra valoración es negativa, tendremos que probar con otro tipo de organización o tratar de ver dónde ha estado el error para solventarlo.

Para motivarnos más, es recomendable saber “premiarnos” por una buena jornada, organizando algo que nos guste hacer en el momento en el que terminemos de estudiar.

Como excepciones, es sabido que siempre pueden surgir imprevistos en nuestra organización. Por lo que, a pesar de que tendremos que tratar de ser constantes, si nos vemos obligados a perder algún día, también tendremos que hacer todo lo posible por intentar recuperar ese espacio en el que no hemos podido hacer nada. Eso sí, esto solo lo haremos en los casos en que sea estrictamente necesario.

miércoles, 11 de mayo de 2016

¿Cuál es el mejor sitio para el momento de estudio?


Lo primero a tener en cuenta es la comodidad del probable sitio donde vayamos a estudiar, así como tener presente que sea u n lugar tranquilo, al menos en medida de lo posible. Esto hará que nuestra concentración sea más llevadera y fácil. Es mejor prevenir que nada nos vaya a distraer, dificultándonos el estudio.
En relación al silencio, hay que comentar que debemos procurar estudiar sin escuchar nada de música. No obstante, hay personas que se concentran mejor oyendo música clásica, por ejemplo, o melodías que no tengan letra. Para gusto los colores, evidentemente, pero si nosotros somos de los segundos, procuraremos que el volumen esté lo más bajo posible.
Asimismo, descartaremos por completo estudiar en un lugar donde no haya televisiones ni ordenadores. De esta manera no caeremos en la tentación de encenderlos, y es que, si tratamos de hacer las dos cosas a la vez no nos concentraremos verdaderamente para ninguna de las dos cosas. Por no decir que el momento del estudio debería ser eso: momento del estudio, y no un pasatiempo. No nos confiemos.
Además, este espacio tiene que ser lo suficientemente luminoso como para que no necesitemos luz artificial. A menos si estudiamos durante las horas que más luz solar podamos aprovechar. Evidentemente si el día está nublado, probablemente deberemos emplear una luz extra. Podemos encender una luz general, que alumbre toda la habitación, en caso de que estemos muy a oscuras, pero también podemos usar un foco de luz suave (la luz fuerte causa fatiga) que resalte los apuntes. Eso sí, procuraremos que la iluminación no provenga de tubos fluorescentes.
Otra cosa importante, aunque pueda no parecerlo, es contar con una temperatura adecuada. No debemos advertir demasiado frío ni demasiado calor. Estaría genial si nos encontráramos en una temperatura de unos 20-22 grados. Así como también debemos estar en una sala que se ventile con regularidad, pues el cerebro depende del nivel de oxígeno para un mejor rendimiento.
Procuraremos estar sentados en una silla lo suficientemente cómoda para poder pasar un periodo más bien largo sin que nuestra postura se resienta. Y también intentaremos que la mesa de estudio sea todo lo amplia que podamos, para que sea más fácil tener a mano todo lo que nos pueda ser necesario. Es por ello  muy importante el estudio frente a un escritorio, y no estar en otros lugares que puedan parecernos más cómodos, como el sofá, por ejemplo, o incluso la cama. Esto, aunque pueda no parecerlo, dificultará mucho la concentración y el tiempo que estemos estudiando en lugares incorrectos seguramente tengamos que recuperarlo en otro momento, pues no cundirá.
Una vez que localicemos un lugar idóneo para nuestro momento de estudio, procuraremos no cambiar de sitio y utilizar siempre el mismo. De este modo, crearemos una rutina fácil de seguir y nuestra concentración será mejor, pues al cambiar continuamente de lugar, nos será más fácil distraernos.
Hay quienes consideran que es más fácil estudiar en grupo. Puede ser, siempre y cuando sea un simple repaso. Pero nos mentimos si pensamos que de verdad vamos a ESTUDIAR, pues es muchísimo más fácil que nos despistemos de nuestro verdadero objetivo. Seguramente no estudiemos realmente todo lo que nos gustaría y esto nos obligaría a recuperar ese tiempo más tarde.
Es importante, pues, intentar que nuestras horas de estudio sean aprovechadas lo máximo posible. Esto facilitará que el tiempo se ajuste a nuestras necesidades y así podremos tener nuestro merecido momento de descanso o de ocio. Si no aprovechamos verdaderamente el tiempo de estudio, como decía, tendremos que recuperarlo, lo cual hará que se nos haga más pesado todavía.
Si no tenemos otra alternativa, nuestro lugar de estudio podría ser el que ofrecen las bibliotecas públicas, aunque no ha todo el mundo le resulta igual de provechoso. A veces, sólo el tiempo que tardamos en organizar las cosas que  necesitamos llevarnos y desplazarnos (por poco que sea), nos está haciendo perder un tiempo que puede ser bien aprovechado sin movernos de casa. Eso sí, esta opción es verdaderamente conveniente si lo que necesitamos es buscar información que pueda reforzar los apuntes con los que ya contamos, o para hacer algún trabajo, etc.

viernes, 6 de mayo de 2016

¿Cómo tomar apuntes y cómo estudiarlos?


Es conveniente y recomendable tomar nuestros propios apuntes, para lo cual es importante seguir el punto anterior: hay que asistir a clase. De este modo, nos será más fácil ir reteniendo la información que vayamos apuntando. Aunque es importante escuchar, es importante anotar todo lo relevante, para que luego no nos olvidemos de lo esencial.
En cuanto a la toma de apuntes, hay que tener presente lo que es mejor que NO se haga.
Para empezar, no tenemos que pretender abarcar absolutamente todo lo que va diciendo el profesor, no podemos copiar todo tal cual se está explicando. Si lo intentamos, nuestra velocidad deberá aumentar y esto conlleva, muy posiblemente, a que nuestra letra se convierta en garabatos imposibles de leer. Además, es más probable que perdamos el hilo de las ideas que va añadiendo el profesor conforme va a avanzando y esto ocasionará que nuestro apuntes estén llenos de lagunas.
Otro detalle que no es muy recomendable es no leerse los apuntes en casa el mismo día que se han tomado. De este modo podremos comprobar que se entienden y que no faltan ideas elementales. Así, podremos añadir lo que sea necesario, resumir o corregir lo que haga falta. Si hacemos todo esto días antes de algún examen, lo único que conseguiremos será perder tiempo tratando de subsanar aquello que pudimos hacer en un mejor momento o tratando de conseguir esos apuntes por otros medios.
De hecho, esto último suele ser otra opción que no es muy recomendable: dejar de lado nuestros apuntes para estudiar los de otra persona. De nuevo, corremos el riesgo de tropezar con palabras que no se entiendan, abreviaturas propias de quien ha tomado esos apuntes, ideas que no comprendamos, etc. Pero también puede ocurrir que la comprensión de quien nos deje los apuntes sea errónea, puede anotar una idea resumen de lo que ha creído entender, pero no se correcta. Esto hará que nos confundamos o, si confiamos en su criterio, que estemos equivocados.
Por todo esto, hay que tener en cuenta lo útil e importante que es que cada uno cree y estudie sus propios apuntes. Por lo tanto, en el momento de coger apuntes, es importante que tengamos claro qué método queremos utilizar para ello. Podemos anotar a mano o, si estamos en la universidad, coger apuntes mediante el ordenador, que puede ser más rápido. Así pues, lo primer a tener en cuenta es que deberemos contar con el material que nos vaya a ser más cómodo.
Lo siguiente es atender al profesor, tratando de distraerse lo menos posible para que las ideas no queden sueltas. Para esto, será esencial que primero oigamos lo que explique y, después, anotemos la idea global y lo más importante. Trataremos de que las notas que tomemos sean breves, pero al mismo tiempo han de reflejar lo más significativo.
Si tomamos nota a mano en folios, será importante también que, a medida que vayamos avanzando con las páginas, enumeremos todas las hojas. De este modo, si por algún motivo se desordenan los apuntes, nos será más fácil volver a darles su correcto orden.
Para facilitar el avance y la distinción de temas, lo mejor es que cada uno de ellos empiece en una nueva página una vez se finalice con el anterior.
La atención que prestemos a la lección será también decisiva para poder tomar nota no sólo del título del tema, sino también de aquellos aspectos que podamos agrupar mediante apartados.
Otro detalle importante, aunque parezca una tontería, es tratar de dejar márgenes, de esta manera podremos aumentar la información posteriormente en caso de que sea necesario. Es mejor que las notas que tomemos estén lo mejor estructuradas que podamos.
Podemos utilizar elementos en los apuntes que capten nuestra atención cuando haya datos importantes a tener en cuenta (flechas, ejes, pequeños esquemas, etc.) y que también nos faciliten la comprensión.
Si optamos por la opción de tomar nota en folios sueltos, trataremos de tenerlos organizados en alguna carpeta o archivador, para que no sea más fácil que los perdamos. Hay quienes optan por encuadernas las hojas una vez han completado la materia.
A la hora de tomar apuntes, es importante que creemos nuestros propios signos o abreviaturas, para que la velocidad de escritura sea más eficaz, pero sin perder información relevante (ej. (ejemplo); jvs (jueves); separa2 (separados); > (mayor); < (menor), etc.).
Si conseguimos que nuestros apuntes sean lo suficientemente claros y los entendamos aplicando todo lo dicho hasta el momento, no será necesario que, posteriormente, los pasemos a limpio. A no ser que lo hagamos en el mismo día y esto siga ayudándonos a retener información. Pero hay que tener en cuenta que, el tiempo que dediquemos a esto, podríamos aprovecharlo simplemente avanzando en el estudio. Bien repasando aspectos de dichos apuntes que sean realmente relevantes y que puedan ser más complejos, bien completando lo que falte, etc.
Así pues, es importante que se repasen los apuntes tomados en el día para ver que todo está completo, que son fácilmente comprensibles, etc. Esto ahorrará mucho tiempo de estudio previo a los verdaderos exámenes.

domingo, 1 de mayo de 2016

La importancia de ir a clase


Sí, puede parecer una obviedad, pero hay ocasiones en las que suelen buscarse “excusas” variopintas para no asistir, pensando que ya habrá tiempo de ponerse al día… y el hecho de faltar puede descuadrarnos bastante, aunque pueda no parecerlo. Evidentemente, podemos tener una causa justificada, pero hay que tener cuidado para no dejarnos llevar…
Hay que sacar partido a este simple acto, pues aquello que entendamos desde el primer momento y que aprendamos gracias a esa asistencia, puede no ser necesario que se repase una vez estemos en casa estudiando.
Además, una de las grandes ventajas es que se sabrá de primera mano aquellos aspectos en los que el profesor hace más hincapié. Esto puede darnos pistas de cuáles pueden ser sus intenciones en el examen y por dónde pueden ir los tiros… Sobra decir también, que hay profesores que tienen MUY en cuenta la asistencia, por lo que sólo con eso podemos estar ganando algún punto extra. En muchas ocasiones, esto puede ser algo decisivo que termine jugando a nuestro favor para que la nota sea algo mejor.
Puede ser cierto que hay asignaturas que pueden enfocarse y prepararse perfectamente por cuenta ajena. Ya sea mediante algún libro de texto, bibliografía especificada por el profesor en el programa o apuntes que él mismo pase cada X tiempo… Sin embargo, lo que probablemente sea mayor pérdida de tiempo es, precisamente, la falta a clase. Si le pedimos los apuntes a algún compañero, siempre van a surgir dudas, ya sea porque no entendamos el fondo de los apuntes o, más simple, porque no entendamos la letra del aquel alma caritativa… Así pues, es mucho mejor ocuparse de tener apuntes propios, para lo que necesitaremos, lógicamente, asistir a clase.
Una vez que estemos ya en el aula en cuestión preparados para recibir la lección que toque, lo mejor será escoger un buen sitio… Y si queremos intentar que nuestra atención sea óptima, descartaremos los últimos asientos. Además, esto ayudará a poder ver mejor la pizarra y a escuchar de manera más clara lo que esté diciendo el profesor.
No tenemos que olvidar tampoco el material de clase, para no tener que perder tiempo pidiéndoselo al compañero… Si a nuestro bolígrafo le queda poca tinta, procuraremos tener otro a mano.
Otro aspecto que ayudará a ir avanzando convenientemente es acudir a clase con los ejercicios, si se hubieran mandado el día anterior, hechos. Esto nos permitirá estar atentos a su correspondiente corrección llegado el momento. Si cometemos algún error, es mejor percatarnos con las correcciones que no el día del examen, cuando no podamos ser conscientes de que lo estamos entendiendo mal.
También es bueno aprovechar esa asistencia a clase para solventar nuestras posibles dudas de una manera directa.
Otra cosa que puede parecer absurda, pero que no lo es en absoluto, es el bueno comportamiento que debería tener toda persona en clase. Debemos respetar a quien está dando la explicación y a quien quiere escucharla. Y, como ya se ha dicho, esto puede ser decisivo para una impresión positiva por parte del profesor.
En relación con lo que se ha ido diciendo en anteriores entradas, es importante que, una vez que estemos en casa, repasemos eso mismo que se ha visto en clase, puesto que está más reciente y será más fácil la comprensión y la asimilación de la asignatura en cuestión.
En caso de que las tareas que se manden hay que entregarlas algunos días después, no está de más ir realizándolas en cuanto se vaya pudiendo. Nunca hay que dejarlo para el último momento.
Todas estas aportaciones parecen muy obvias, pero es mucho mejor tenerlas presentes y llevarlas a cabo.