Como se ha venido diciendo, es muy importante saber organizarse bien a
la hora de realizar un plan de estudio. Lo que verdaderamente hará que tengamos
más posibilidades de conseguir nuestro objetivo va a ser eso; conseguir una
óptima planificación.
Si comparamos a una persona que sabe llevar su organización al día con
alguien que no lo hace, notaremos una gran diferencia. La primera sólo
necesitará repasar y hacer más hincapié en aquellos aspectos que le resulten
más complejos. La segunda, en cambio, necesitará estudiar todo lo que no haya
consultado hasta el momento, por lo que es más probable que necesite emplear
más tiempo, pero eso no quiere decir que vaya a conseguir abarcarlo todo con
holgura.
En el momento en que nos paremos a organizar nuestro estudio debemos
tener en cuenta diversos puntos. Tenemos que saber de antemano el material que
nos va a ser necesario para cada asignatura y el tiempo que necesitaremos
dedicar a su estudio. Así pues, antes de nada es esencial saber de cuánto
tiempo vamos a contar y cómo preferimos dividirlo. De esta manera, en función
de esa organización previa, sabremos la dedicación diaria y el ritmo que
tendremos que prestar.
El material se nos irá facilitando a medida que el curso va avanzando,
es por ello que tenemos que tratar de llevar todo al día. De esa forma
tendremos tiempo de reacción, en caso de que nos surjan dificultades. Así, conforme
va avanzando el contenido, notaremos que nos va siendo mucho más sencillo
organizar nuestro tiempo, cosa que se agradecerá en época de exámenes. Asimismo,
el ritmo puede ir ajustándose según la necesidad de una materia u otra y de
unos contenidos u otros.
Si conseguimos establecer unas 3 horas de estudio al día (salvo si las
materias nos exigen algo más), seremos capaces de ir avanzando sobre seguro. No
nos someteremos al famoso agobio de época de exámenes, al menos no se tratará
de una agobio provocado por saber que no nos hemos preparado nada hasta el
último momento.
Lo importante también está en saber aprender en profundidad los
contenidos de las materias, así como también hay que saber recordar y refrescar
dichos conocimientos mediante diversos repasos. No podemos pretender pasar de
una lección a otra sin haber repasado debidamente la que acabamos de terminar,
pues en ese caso nos resultaría más fácil olvidar lo que, en teoría, ya
deberíamos saber.
A la hora de organizar el repaso, podríamos estructurarlos en varias
partes según la lección se vaya desarrollando en clase. Así será mucho más
sencillo. Cuando el tema esté, más o menos, a la mitad o un tercio, podremos
realizar un primer repaso, por ejemplo, y refrescar cada una de las lecciones (que
habrán debido verse diariamente). Cuando nos encontremos a unos 15 días del
examen, trataremos de realizar otro repaso de lo que se lleve visto hasta el
momento y, de nuevo, cuando queden ya pocos días 2 o 3, haremos el repaso
final. Si lo hemos preparado correctamente, para entonces lo tendremos todo
controlado y no deberá suponer un gran esfuerzo recordar el contenido. Para
ello, hay que tomar nota desde el comienzo de curso, o al menos cuando se tenga
conocimiento, de las fechas de los exámenes, ya que cuanto antes comencemos a
organizar, no sólo el repaso diario de cada asignatura, sino también los
repasos globales, antes veremos los resultados y nos será más fácil conseguir
motivación.