A la hora de tener que presentar un trabajo para alguna
asignatura en la que se nos pida, lo primero que hay que decidir,
evidentemente, es el tema. En ocasiones, es el propio profesor el que indica de
qué ha de tratar, pero otras veces son los alumnos los que tienen que pensar
acerca de lo que quieren presentar.
Lo mejor para no meternos en una trampa, es pensar en un tema
que no abarque demasiados aspectos. Seguramente nos veremos obligados a
generalizar bastante y a pasar por encima de algunos temas sin poder entrar en
profundidad en ellos. Sin embargo, tampoco es buena idea que el trabajo se
centre en un aspecto que sea demasiado breve y que no nos permita desarrollarlo
medianamente en condiciones porque nos va a cortar encontrar información al
respecto.
Tratemos de posicionarnos en un tema que esté a medio camino
para poder encontrar con anterioridad al desarrollo la información que
consideremos que nos va a ser necesaria. Así, una vez que tengamos el material,
sabiendo previamente la extensión mínima y/o máxima que se nos permite, podremos
organizarla para saber qué orden queremos darle.
Según la materia y el nivel en el que nos encontremos, nos
veremos obligados a consultar más o menos bibliografía. Pero en cualquier caso,
no olvidemos la poderosa herramienta que es también internet. Eso sí, en ese
sentido tendremos que ir con cuidado y fijarnos bien en que la información sea
correcta. Para los trabajos universitarios, también sería buena idea la
consulta de libros y revistas especializadas o, incluso, trabajos de
investigación que hayan podido presentar otras personas anteriormente.
Contando ya con el material, pasaremos, como se decía anteriormente,
a organizarlo. De este modo, tendremos primero la estructura con los apartados
en el orden que vayamos a presentarlos. Lo ideal sería comenzar con una
introducción y una explicación de la metodología, pasando después de lo más
general a lo más concreto.
Todo trabajo ha de comenzarse con un índice, lógicamente, ya que
esta será la mejor manera de saber en qué páginas podemos encontrar qué
información. De igual manera, ha de terminarse con un apartado de conclusiones
donde echaremos la vista atrás al desarrollo. Destacaremos las ideas
principales que hemos abordado, tratando de que estén bien elaboradas.
A la hora de redactar, es importante (sobre todo en trabajos
universitarios) que expresemos las ideas y los conceptos con nuestras propias
palabras y que nos apoyemos en diversas citas entrecomilladas de la
bibliografía.
Una buena idea es redactar el trabajo sin empezar a revisarlo
cada dos por tres antes de haberlo terminado. Ya tendremos tiempo de hacer esto
cuando lo tengamos finalizado, ya que de lo contrario vamos a ir mucho más lentos.
Es mejor esperar para pulirlo y, si hiciera falta, mejorarlo.
En algunas situaciones, puede ser muy recomendable incluir algún
tipo de anexo al final del trabajo con información que no hayamos podido
utilizar o en la que no hayamos podido profundizar debido a su extensión. Otra
idea es simplificar esta misma información en las típicas notas a pie de
página.
Lo último que tendremos que incluir en el trabajo es una lista
con la bibliografía empleada, que será presentada empezando con los nombres de
los autores alfabéticamente.
Por último, pero no por ello menos importante (de hecho es algo
imprescindible), hemos de tener en cuenta al ortografía y la manera de
expresarnos. También es importante, si escribimos a ordenador, tener en cuenta
la tipografía de la fuente, el tamaño, la separación entre líneas, etc.
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