Habrá ocasiones a lo largo del
curso escolar en las que tengamos que enfrentarnos a la, muchas veces temida,
exposición oral delante del resto de compañeros. Esto puede causar en algunas personas
cierto nerviosismo, pero no debemos olvidar que es también una muy buena
oportunidad para ir soltándose en este terreno.
Así pues, y aunque parezca muy
obvio, la mejor manera de frenar la ansiedad que nos pueda causar la situación
es hacer una buena preparación previa.
Exponer oralmente supone que no
tengamos posibilidad de corregir errores sobre la marcha, al contrario del
trabajo escrito. Por tanto, no es importante únicamente el contenido, sino que
también es importante la exposición.
Mientras que en el trabajo que
desarrollemos por escrito podremos ahondar más en los distintos aspectos que
desarrollemos para que se vaya entendiendo todo mejor, en la exposición
tendremos una única oportunidad de hacernos entender. Evidentemente, este es un
punto que nos puede limitar bastante, por lo que tendremos que tratar de explicar
todo lo más claro posible. Para ello, recurriremos a oraciones simples y a un
vocabulario directo.
Al igual que en el momento de
estudio, para hacer una exposición, debemos centrarnos especialmente en las
ideas principales, para ser ahí donde hagamos hincapié.
Además, no queremos aburrir a
nuestros oyentes, por lo que también hay que intentar que la exposición que hagamos
resulte entretenida. Asimismo, el tono empleado es también muy importante en
este sentido, por lo que evitaremos expresarnos con un tono monótono.
Algo muy común que mucha gente
suele hacer es leer algún texto que se ha preparado previamente. Este es otro
factor que no resulta nada ameno. Es cierto que es buena idea, por si nos
quedamos en blanco, tener a mano algún esquema que podamos consultar en caso de
que fuera estrictamente necesario. No obstante, la mejor opción es intentar
aprenderse la parte que nos toque exponer para que todo resulte mucho más
fluido en el momento.
Tendremos también muy presente la
comunicación no verbal que transmitimos, a veces sin darnos cuenta, mediante
nuestro cuerpo. Y es que los gestos, las posturas, los movimientos y las
expresiones de nuestro rostro son también importantes a la hora de exponer.
Trataremos, por tanto, de mostrarnos seguros frente a lo que estamos
explicando. De ahí que sea también primordial una correcta preparación.
A lo largo de la exposición hay
dos momentos sumamente importantes: el comienzo y la finalización. Evidentemente,
al empezar tenemos que captar la atención de quienes nos van a escuchar, por lo
que es muy importante mostrarse comunicativo y ser lo suficientemente claro en
lo que se dice. De ese modo, atraeremos a los oyentes, ya que, si lo hacemos
bien, causaremos curiosidad en ellos y querrán saber de qué trata el asunto.
Finalizaremos con unas
conclusiones que recojan y resuman las ideas que se han expuesto, apoyándonos
en diversos argumentos. Y es que esta parte será, seguramente, la que mejor vayan
a recordar quienes nos estén escuchando.
Sería muy recomendable apoyar la
exposición oral con algún tipo de representación audiovisual. De este modo,
puede resultar todo incluso más sencillo y ameno que si nos dedicamos
únicamente a hablar de un tema. Eso sí, de nuevo nos encontramos ante una
situación en la que no debemos limitarnos, exclusivamente a leer lo que ponga
en la presentación. Simplemente será para nosotros un soporte más, pues lo que
realmente hay que hacer es desarrollarlo con nuestras palabras.
Antes de exponer, es importante
practicar para tener también en cuenta cuánto tiempo puede llevarnos la
presentación. Esto es primordial, porque, en la gran mayoría de exposiciones,
nos pondrán un tiempo límite. Por ello es recomendable ofrecer sólo las
principales ideas. Así, si no hay reloj en el aula o el lugar donde expongamos,
podemos recurrir al uso de un reloj que podamos colocar en algún sitio
disimulado para ayudarnos a marcar el tiempo.
Cuando finalicemos una
exposición, es ideal que instemos a los oyentes a comenzar, si fuera necesario,
un turno de preguntas, para resolver posibles dudas que hubieran surgido
durante la misma. La respuesta ha de ser concisa y tenemos que evitar dar
rodeos. Si no sabemos la respuesta, no tenemos que inventarla, sencillamente
indicaremos que nos comprometemos a consultarlo y a especificarlo en otro
momento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario